Imparcial RD, con tono firme, reflexivo y con argumentos que invitan al debate ciudadano:
¿Volver al servicio militar obligatorio? Una mirada crítica desde la historia dominicana
By: Imparcial RD
En momentos de crisis social y aumento de la delincuencia juvenil, hay voces que proponen una solución radical: restablecer el servicio militar obligatorio en la República Dominicana. Argumentan que la disciplina castrense podría encauzar a jóvenes sin rumbo, fomentar el patriotismo y reducir la violencia. Sin embargo, esta propuesta, aunque tentadora para algunos, merece una revisión crítica desde la historia y la realidad actual del país.
Durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961), el servicio militar fue utilizado no como una herramienta de formación ciudadana, sino como un mecanismo de control ideológico, vigilancia y represión. Trujillo, militar de carrera, convirtió las Fuerzas Armadas en una extensión de su poder personal, y muchos jóvenes fueron reclutados para servir no a la patria, sino al dictador.
Tras su caída, la República Dominicana inició un largo y complejo proceso de transición democrática. Con la Constitución de 1966 y posteriores reformas, el país fue alejándose del militarismo impuesto y no volvió a aplicar un servicio militar obligatorio universal. No fue una omisión, sino una decisión política y social: el país había comprendido que la fuerza no forma mejores ciudadanos.
Hoy, más de medio siglo después, la pregunta vuelve: ¿deberíamos reinstaurar el servicio militar obligatorio como respuesta a los males sociales que nos aquejan?
Nuestra postura es clara: no.
La verdadera batalla no se gana en los cuarteles, sino en las aulas. No se vence con fusiles, sino con libros. La juventud dominicana no necesita ser entrenada para la guerra, sino preparada para el futuro. Lo que se requiere con urgencia es acceso equitativo a educación de calidad, oportunidades laborales reales, espacios culturales, deportivos y comunitarios que formen ciudadanos comprometidos y conscientes.
Proponer el regreso del servicio militar obligatorio en una sociedad democrática, donde aún persisten brechas sociales, institucionales y económicas profundas, es un riesgo que puede abrir la puerta a nuevos abusos. No se puede ignorar que en contextos donde las instituciones son frágiles, las estructuras militares pueden ser utilizadas como herramientas políticas o como castigos disfrazados de disciplina.
¿Queremos formar jóvenes para el desarrollo o simplemente someterlos a una estructura vertical, rígida y muchas veces ajena a la realidad social en la que viven?
República Dominicana necesita fortalecer su democracia, no militarizar su juventud. Invertir en la niñez, en la juventud, en la familia, en la comunidad. Esa es la verdadera seguridad nacional.
La historia ya nos enseñó lo que significa imponer uniformes para silenciar sueños. Hoy, el reto es distinto: abrir caminos para que esos sueños puedan cumplirse en libertad.