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Rusia ejecutó su ofensiva aérea más masiva desde el inicio del conflicto, con el lanzamiento de más de 530 armas aéreas sobre territorio ucraniano, entre ellas 477 drones y señuelos, y 60 misiles de distintos tipos. Así lo informó la fuerza aérea de Ucrania, que destacó que 249 de estos dispositivos fueron derribados y 226 se habrían perdido tras ser bloqueados electrónicamente.
El ataque, que dejó al menos un piloto ucraniano de un caza F-16 muerto y causó víctimas civiles, alcanzó diversas regiones del país, incluso el oeste, lejos de la línea del frente. La ofensiva incluyó misiles hipersónicos Kh-47M2 Kinzhal, balísticos Iskander-M, de crucero Kh-101 e Iskander-K, y misiles Kalibr, con un balance de destrucción que muestra la magnitud y el alcance de la arremetida rusa.
Uno de los momentos más trágicos de la jornada fue la muerte del teniente coronel Maksym Ustymenko, de 32 años, piloto de un F-16. Según comunicó la fuerza aérea ucraniana, el oficial abatió siete objetivos antes de que su aeronave fuera alcanzada. Ustymenko intentó alejar su avión de una zona poblada antes de estrellarse, sin lograr eyectarse a tiempo.
Como respuesta, Polonia y sus aliados desplegaron cazas para reforzar la seguridad de su espacio aéreo, ante la cercanía de los ataques y el temor a incursiones en territorio de la OTAN. En el plano humanitario, se registraron víctimas en diversas regiones: una persona murió en Jersón y seis más resultaron heridas en Cherkasy, entre ellas un menor de edad.
Estos nuevos bombardeos se producen en un contexto en el que el presidente ruso, Vladímir Putin, manifestó su disposición a reanudar conversaciones directas en Estambul. Sin embargo, los esfuerzos diplomáticos, encabezados por Estados Unidos y otras potencias, siguen sin traducirse en avances hacia un acuerdo de paz.