Por: Ruperto Alis / Imparcial RD
LIMA, Perú (mayo 2025).— Para Alessia Drago, el baile nunca fue solo una expresión artística. Desde la infancia, el movimiento se convirtió en su lenguaje más íntimo. Hoy, con apenas 24 años, esta joven bailarina peruana ha trascendido los escenarios para convertirse en una voz de inspiración, demostrando que la danza puede ser también una poderosa herramienta de sanación emocional y empoderamiento personal.
Al ser consultada sobre qué la motivó a convertir su pasión infantil en una carrera profesional, Alessia respondió con convicción:
“Fue la manera en cómo me sentía al hacerlo. Bailar me hace feliz, libre… me permite expresarme y desahogarme. Cuando pasé por momentos difíciles, descubrí que la danza era mucho más que un pasatiempo: era una forma de soltar lo que no podía decir con palabras”.
Aquella honestidad emocional marcó el inicio de un camino transformador. Alessia no eligió escapar de sus emociones, sino canalizarlas en movimiento, creando un espacio donde cuerpo y alma se sincronizan para sanar.
De pasión a propósito
Más que perfeccionar una técnica, Drago ha cultivado una filosofía: bailar desde el corazón. Esa conexión consigo misma no solo la fortaleció como artista, sino también como ser humano.
Hoy, ofrece talleres y presentaciones donde la danza es vehículo de autoestima, resiliencia y expresión interior, especialmente para jóvenes y mujeres que buscan reencontrarse con su voz interna.
“Cuando uno hace lo que ama, y lo hace con propósito, no solo se crece profesionalmente. También se sana y se fortalece desde dentro”, afirma con la seguridad de quien ha vivido esa transformación.
Arte con alma
Alessia Drago representa una generación de artistas que entienden que el arte va más allá del espectáculo: es terapia, es mensaje, es acción. Su trayectoria, que apenas comienza, ya deja huella en quienes descubren que, a veces, los pasos más importantes no se dan con los pies, sino con el corazón.
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