Por: Ruperto Alis / Imparcial RD
Mayo de 2025 – En una era digital dominada por la inteligencia artificial, los bots y los deepfakes, distinguir entre lo auténtico y lo sintético se ha vuelto un desafío cada vez mayor. En el marco del Día Mundial del Internet, surgen preguntas cruciales: ¿Con quién estamos interactuando realmente? ¿Es una persona o una máquina?
Según un informe reciente de la firma de ciberseguridad Imperva, casi el 50% del tráfico en línea es generado por bots, programas que imitan la actividad humana. Algunos brindan servicios útiles, como asistencia técnica, pero otros se usan con fines maliciosos: propagar desinformación, colapsar plataformas o acaparar boletos para eventos masivos.
Al mismo tiempo, los deepfakes –contenidos creados mediante inteligencia artificial que replican rostros, voces y gestos humanos con precisión casi perfecta– están revolucionando (y confundiendo) el panorama digital. El caso de las falsas imágenes de la cantante Katy Perry en la gala del MET, creadas por IA y viralizadas globalmente antes de confirmarse que nunca asistió, es un claro ejemplo de este fenómeno.
¿Cómo saber si lo que vemos es real?
En respuesta a esta incertidumbre, surgen iniciativas como World ID, una solución desarrollada por el proyecto World, que ofrece una verificación anónima de humanidad. Esta herramienta permite confirmar que una persona es real y única sin revelar su identidad, a través de tecnología criptográfica avanzada. Su dispositivo, el Orb, escanea rasgos faciales y oculares para generar un código cifrado único, sin almacenar imágenes ni datos biométricos.
“El objetivo es devolver la confianza en las interacciones digitales. En un entorno donde los bots pueden simular conversaciones creíbles y una imagen falsa puede viralizarse en segundos, es esencial contar con herramientas que verifiquen que hay una persona auténtica detrás del contenido”, afirmó Miguel Rocha, gerente general para México y Centroamérica de Tools for Humanity.
Aunque se han implementado mecanismos como los CAPTCHAs o la verificación con documentos, muchos resultan invasivos o fácilmente superados por IA sofisticadas. Por eso, la apuesta por soluciones descentralizadas y anónimas representa un paso hacia un internet más seguro y transparente.
La prueba de humanidad no es solo un reto tecnológico, sino un compromiso social. En tiempos donde la inteligencia artificial puede crear o falsear casi cualquier cosa, es fundamental preservar el valor de lo humano: nuestra voz, nuestra identidad y nuestra autenticidad.
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